
Se aproxima la temporada 2009 de la F1, ya casi se puede sentir el frenesí de los pilotos en la pelea por el primer lugar. Australia, una vez más, será el escenario pautado para dar inicio a esta cita, circuito que, por cierto, estuvo a punto de pasar por debajo de la mesa para este año, debido a la insistencia de Bernie Eclestone de correr ahí de noche y de la negativa de los organizadores de promover una carrera nocturna en este trazado.
Pero así de caprichoso ha estado el mandamás de la F1, al punto de haber propuesto un nuevo formato para las puntuaciones de los pilotos que, si bien parecía atractivo, dio poco tiempo para que se madurara la idea y, por ende, obtuvo un rotundo NO de parte de las escuderías participantes. Sin embargo, analizando a fondo la idea no está tan jalada por los pelos. Fíjense ustedes: el año pasado Lewis Hamilton ganó 5 carreras en uan temporada por demás apretada, mientras que Felipe Massa logró alzarse con 6 trofeos de primer lugar. De haberse aplicado el formato Eclestone el brasileño habría salido coronado en el 2008. Pero la historia fue otra y no se puede cambiar el pasado.
La posibilidad de que esta regla se aplique en el futuro dependerá de los resultados de este año. Si se vuelve a presentar la situación de Brasil en 2008, o algo más increíble, las escuderías querrán aplicar el plan Eclestone de inmediato. Bernie sabe que ya sembró la semilla, sabe que eso hará que se venda mucho más la F1, a pesar del alza en la sintonía que generó el duelo Hamilton-Massa el año pasado. Eclestone es un vendedor, no en vano es uno de los hombres más ricos del planeta. Sabiendo ésto, es fácil deducir que él lo que quiere es más y más emoción, que los pilotos se arriesguen más por ganar y no sólo por sumar. En su mente está el sueño de ver carreras con una última vuelta de infarto mientras la sintonía aumenta y aumenta (así como su cuenta bancaria).
En la contraparte de esta historia están los pilotos, los verdaderos protagonistas de la novela, quienes no aceptaron ese cambio de guión a última hora, pero que saben que eso vendrá más temprano que tarde, que la afición lo reclamará y que Eclestone, cual Pilato, hará lo que la muchedumbre le pida, soltando a los pilotos a la jauría de lobos que ellos mismos se convertirán en cada una de las carreras. Mayor importancia recaerá entonces en la Pole de los sábados, todos queriendo ocupar la primera posición.
Finalmente, toda esta parafernaria de correr más y más rápido y de estar siempre en primer lugar dependerá aún más del vehículo, esa máquina de la que depende gran parte de este enorme circo. Los mecánicos e ingenieros seguirán partiéndose la cabeza para lograr un carro mucho más veloz a pesar de las limitaciones que año tras año implementa la FIA para hacer que los monoplaza corran menos.
La mesa ya está servida, el platillo principal se intentó cambiar a última hora pero los comensales se negaron. Sírvase usted su copa de tinto y disfrute de este platillo que año tras año nos hace ir a la mesa para degustar el más divino manjar de la velocidad: la F1.