
La situación es más que compleja, porque el alegato de la escudería anglo-germana es que ellos, si bien tenían los planos de diseño (780 folios) y los estudios técnicos y aerodinámicos de la divisa italiana, nunca lo utilizaron en sus monoplaza; es como decir, sí, yo hurté tu carro, pero como no lo usé soy inocente.
El desacertado punto de vista del tribunal de la FIA podría generar un ambiente hostil y antideportivo dentro del Máximo Circo del automovilismo mundial. Para ejemplificarlo en otro ambiente, imagínense a un futbolista que dé positivo en estupefacientes en su examen médico, pero alega que no jugó el día que los consumió, y por eso no lo pueden sancionar. Hay que ponerle el ojo a este asunto, sobre todo porque sabemos lo complicada que puede ponerse la situación en un futuro no muy lejano.
Existen códigos de ética no escritos que rezan la no intervención a través del espionaje en temas de avances tecnológicos en las escuderías que componen la F1, pero, ¿siempre ha sido esto así? ¿Es a caso esta situación entre Ferrari y McLaren una entre muchas otras que no han salido a la luz pública? Puede ser, pero el pasado, pasado es; lo que importa ahora es lo que vendrá después de esto.
Cuando se trata con mucho dinero, como se sabe que trabajan las escuderías en la actualidad, las cosas tienen su precio y la gente también. Es muy difícil para estas divisas mantener en secreto sus trabajos, además de costoso; incluso, en más de una oportunidad se ha visto cómo se ocultan con mantos oscuros las partes de los vehículos mientras están estacionados o se evita que la competencia observe las técnicas utilizadas en la puesta a punto de los vehículos antes de cualquier carrera. Cada aspecto referente al vehículo es guardado celosamente bajo la llave de la confianza de los empleados de la casa motriz, quienes —en teoría— gozan de una incorruptible moral.
Hay mucho celo en esto de las escuderías; un detalle escapado, una información filtrada o un dato suministrado a quien no se debe puede significar la diferencia entre ganar o perder un campeonato.
Conveniencia
Fíjense ustedes si esta decisión de la FIA no está amañada. Se sabe que después de unos cuantos años la F1 vuelve a ganar adeptos, sobre todo en Inglaterra, país de amplia tradición automovilística y cuna de grandes pilotos de la F1. Después de la aparición del "novato de oro", Lewis Hamilton, quien le ha traído de nuevo una luz de esperanza a una moribunda F1, sobre todo después del retiro de Michael Schumacher, la FIA no quiere perder lo que en estos últimos meses ha ganado gracias a la lucha que han generado cuatro pilotos por el título de este año, cosa que tenía muchísimo tiempo sin suceder, aunado al extraordinario debut del niño consentido de McLaren.
Lo salomónico de la decisión de la FIA obedece a la determinación de sus miembros de no alterar un campeonato tan importante como el de la F1. Crear un "chisme" de proporciones magnánimas no es la mejor publicidad que se puede dar este ente, sobre todo después del terreno ganado entre la afición a este deporte por lo competitiva que se ha vuelto esta temporada. Comprensible o no, lo sucedido traerá consecuencias.
No se sabe si, de haber sido otra la escudería la implicada en este hecho, la FIA habría reaccionado de la misma manera como lo hizo ahora. Pero el estar dominando un campeonato, tener al campeón mundial en su nómina y, de paso, acompañado por el piloto que más arrastra afición en la actualidad, le otorgó a McLaren un amplio margen de ventaja a la hora de calificar su pecado. Lo que Dios te da, que San Pedro te lo bendiga.
El desacertado punto de vista del tribunal de la FIA podría generar un ambiente hostil y antideportivo dentro del Máximo Circo del automovilismo mundial. Para ejemplificarlo en otro ambiente, imagínense a un futbolista que dé positivo en estupefacientes en su examen médico, pero alega que no jugó el día que los consumió, y por eso no lo pueden sancionar. Hay que ponerle el ojo a este asunto, sobre todo porque sabemos lo complicada que puede ponerse la situación en un futuro no muy lejano.
Existen códigos de ética no escritos que rezan la no intervención a través del espionaje en temas de avances tecnológicos en las escuderías que componen la F1, pero, ¿siempre ha sido esto así? ¿Es a caso esta situación entre Ferrari y McLaren una entre muchas otras que no han salido a la luz pública? Puede ser, pero el pasado, pasado es; lo que importa ahora es lo que vendrá después de esto.
Cuando se trata con mucho dinero, como se sabe que trabajan las escuderías en la actualidad, las cosas tienen su precio y la gente también. Es muy difícil para estas divisas mantener en secreto sus trabajos, además de costoso; incluso, en más de una oportunidad se ha visto cómo se ocultan con mantos oscuros las partes de los vehículos mientras están estacionados o se evita que la competencia observe las técnicas utilizadas en la puesta a punto de los vehículos antes de cualquier carrera. Cada aspecto referente al vehículo es guardado celosamente bajo la llave de la confianza de los empleados de la casa motriz, quienes —en teoría— gozan de una incorruptible moral.
Hay mucho celo en esto de las escuderías; un detalle escapado, una información filtrada o un dato suministrado a quien no se debe puede significar la diferencia entre ganar o perder un campeonato.
Conveniencia
Fíjense ustedes si esta decisión de la FIA no está amañada. Se sabe que después de unos cuantos años la F1 vuelve a ganar adeptos, sobre todo en Inglaterra, país de amplia tradición automovilística y cuna de grandes pilotos de la F1. Después de la aparición del "novato de oro", Lewis Hamilton, quien le ha traído de nuevo una luz de esperanza a una moribunda F1, sobre todo después del retiro de Michael Schumacher, la FIA no quiere perder lo que en estos últimos meses ha ganado gracias a la lucha que han generado cuatro pilotos por el título de este año, cosa que tenía muchísimo tiempo sin suceder, aunado al extraordinario debut del niño consentido de McLaren.
Lo salomónico de la decisión de la FIA obedece a la determinación de sus miembros de no alterar un campeonato tan importante como el de la F1. Crear un "chisme" de proporciones magnánimas no es la mejor publicidad que se puede dar este ente, sobre todo después del terreno ganado entre la afición a este deporte por lo competitiva que se ha vuelto esta temporada. Comprensible o no, lo sucedido traerá consecuencias.
No se sabe si, de haber sido otra la escudería la implicada en este hecho, la FIA habría reaccionado de la misma manera como lo hizo ahora. Pero el estar dominando un campeonato, tener al campeón mundial en su nómina y, de paso, acompañado por el piloto que más arrastra afición en la actualidad, le otorgó a McLaren un amplio margen de ventaja a la hora de calificar su pecado. Lo que Dios te da, que San Pedro te lo bendiga.