
Quedarse parado en los pits para que su compañero de equipo pierda tiempo y no le dé chance de hacer otra vuelta rápida es, sin duda, una muestra fehaciente de que en McLaren pasa algo, mucho más espeluznante de lo que a simple vista parece y mucho más complejo que una irrisoria rivalidad entre pilotos.
Exponerse a las críticas de los medios a nivel mundial, hacerse ver cómo el chico malo y no importarle un bledo, coloca a Fernando Alonso a un lado del camino, ruta que está servida en alfombra roja para Hamilton, el niño consentido de Ron Dennis. Pero, sabiendo Alonso el precio de esta maniobra, malcriada además, ¿qué lo habría motivado a hacerlo? ¿Qué lo llevó a poner en tela de juicio su caballerosidad deportiva? Esa misma que una y otra vez le juzgó a Michael Schumacher. Definitivamente la presión está haciendo mella en el campeón del mundo, o ya su situación dentro del equipo británico está al borde del precipicio.
Ahora, la otra cara de la moneda se ve reluciente y mucho mejor que su anverso. Me refiero a McLaren, con todo y Ron Dennis y su "hijito" Hamilton incluidos. El negocio que hizo Dennis al contratar a Alonso un año antes de vencerse su contrato con Renault, demuestra que el director inglés sabía que esto se avizoraba. A Hamilton lo preparó desde los 11 años, cuando financió sus inicios en el karting, desde entonces siempre veló por su progreso dentro del automovilismo. (Con un padrino así es mucho lo que se puede alcanzar.) Después, sabiendo que Hamilton solo, no podría hacer gran cosa dentro de su equipo, le coloca a su lado a un campeón mundial, alguien que sí sabe lo que es ganar y lo que es estar dentro de un equipo ganador. Hubiese apostado por Schumacher, pero era muy cuesta arriba ese lujo, o quizá por Raikkonen, pero el finlandés ni había ganado un campeonato ni tenía intenciones de quedarse en McLaren; entonces apunta hacia el español, quien había destronado a un leyenda como Schumacher en dos temporadas consecutivas y que además se veía bien dispuesto a la hora de poner los carros a punto y dirigir desde su volante las riendas del equipo. Ante esa oferta el español no podría desperdiciar una oportunidad como así, si quería conseguir su tercer título.
Sin restar méritos al Hamilton, es muy difícil que un novato pueda tener criterio a la hora de dar su punto de vista para mejorar las prestaciones de un F1 en uno u otro circuito. No se puede negar que el muchacho tiene talento y lo ha demostrado una y otra vez, pero en la F1 no sólo se gana con talento, si el carro no sirve, difícilmente podrás llegar a la meta, si no pregúntenselo a Barichello, por nombrar sólo a uno.
Teniendo a Alonso en la escudería, Ron Dennis no atrasó más la llegada de su pupilo. La receta estaba completa, sólo hacía falta llegar al primer día de carrera. Un podio, eso fue lo que consiguió Hamilton en Australia. Poco tiempo tardó Alonso en darse cuenta que era un foráneo dentro del equipo, que sus mecánicos, como todo buen británico, defenderían los resultados de Hamilton antes que los de él. Y es lógico. A partir de ese momento Alonso ha tenido que batallar contra 11 equipos y 21 pilotos para mantenerse en la lucha por el título. Aunque no parezca, su condición dentro de McLaren es de escudero; así a la luz pública no se vocifere, esa es la verdad.
El español ha sabido aguantar su "palo de agua" en McLaren, pero a veces su prepotencia y su arrogancia lo hunden y vuelve a ser el muchacho bocón que descalificó una y otra vez al prodigio alemán cuando competía contra él.
Mientras tanto, a Alonso sólo le debe importar estar siempre por delante de Hamilton y aprovechar esa ventaja que le dan las reglas de la F1 en la actualidad, las mismas que le permiten estar a 7 puntos del líder con un rendimiento menos efectivo. Al final, Alonso podrá decidir si volver a Renault, en donde las puertas jamás se le cerraron, o decirle a los directivos de McLaren que tendrán que esperar para poder ver a otro británico coronarse campeón de la Fórmula 1.
Exponerse a las críticas de los medios a nivel mundial, hacerse ver cómo el chico malo y no importarle un bledo, coloca a Fernando Alonso a un lado del camino, ruta que está servida en alfombra roja para Hamilton, el niño consentido de Ron Dennis. Pero, sabiendo Alonso el precio de esta maniobra, malcriada además, ¿qué lo habría motivado a hacerlo? ¿Qué lo llevó a poner en tela de juicio su caballerosidad deportiva? Esa misma que una y otra vez le juzgó a Michael Schumacher. Definitivamente la presión está haciendo mella en el campeón del mundo, o ya su situación dentro del equipo británico está al borde del precipicio.
Ahora, la otra cara de la moneda se ve reluciente y mucho mejor que su anverso. Me refiero a McLaren, con todo y Ron Dennis y su "hijito" Hamilton incluidos. El negocio que hizo Dennis al contratar a Alonso un año antes de vencerse su contrato con Renault, demuestra que el director inglés sabía que esto se avizoraba. A Hamilton lo preparó desde los 11 años, cuando financió sus inicios en el karting, desde entonces siempre veló por su progreso dentro del automovilismo. (Con un padrino así es mucho lo que se puede alcanzar.) Después, sabiendo que Hamilton solo, no podría hacer gran cosa dentro de su equipo, le coloca a su lado a un campeón mundial, alguien que sí sabe lo que es ganar y lo que es estar dentro de un equipo ganador. Hubiese apostado por Schumacher, pero era muy cuesta arriba ese lujo, o quizá por Raikkonen, pero el finlandés ni había ganado un campeonato ni tenía intenciones de quedarse en McLaren; entonces apunta hacia el español, quien había destronado a un leyenda como Schumacher en dos temporadas consecutivas y que además se veía bien dispuesto a la hora de poner los carros a punto y dirigir desde su volante las riendas del equipo. Ante esa oferta el español no podría desperdiciar una oportunidad como así, si quería conseguir su tercer título.
Sin restar méritos al Hamilton, es muy difícil que un novato pueda tener criterio a la hora de dar su punto de vista para mejorar las prestaciones de un F1 en uno u otro circuito. No se puede negar que el muchacho tiene talento y lo ha demostrado una y otra vez, pero en la F1 no sólo se gana con talento, si el carro no sirve, difícilmente podrás llegar a la meta, si no pregúntenselo a Barichello, por nombrar sólo a uno.
Teniendo a Alonso en la escudería, Ron Dennis no atrasó más la llegada de su pupilo. La receta estaba completa, sólo hacía falta llegar al primer día de carrera. Un podio, eso fue lo que consiguió Hamilton en Australia. Poco tiempo tardó Alonso en darse cuenta que era un foráneo dentro del equipo, que sus mecánicos, como todo buen británico, defenderían los resultados de Hamilton antes que los de él. Y es lógico. A partir de ese momento Alonso ha tenido que batallar contra 11 equipos y 21 pilotos para mantenerse en la lucha por el título. Aunque no parezca, su condición dentro de McLaren es de escudero; así a la luz pública no se vocifere, esa es la verdad.
El español ha sabido aguantar su "palo de agua" en McLaren, pero a veces su prepotencia y su arrogancia lo hunden y vuelve a ser el muchacho bocón que descalificó una y otra vez al prodigio alemán cuando competía contra él.
Mientras tanto, a Alonso sólo le debe importar estar siempre por delante de Hamilton y aprovechar esa ventaja que le dan las reglas de la F1 en la actualidad, las mismas que le permiten estar a 7 puntos del líder con un rendimiento menos efectivo. Al final, Alonso podrá decidir si volver a Renault, en donde las puertas jamás se le cerraron, o decirle a los directivos de McLaren que tendrán que esperar para poder ver a otro británico coronarse campeón de la Fórmula 1.
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